Aristóteles en sus tiempos hizo varios ensayos sobre una teoría filosófica apartada del resto por no tener un nombre para designarla: Metafísica.
En ella, se debaten varios temas en cuanto al ser y al ente y, en el Libro I, debate el tema de los diez principios pitagóricos y desmorona parte de ellos mediante el uso de la lógica y la razón, aunque no pareció mostrar interés alguno en dudar sobre ciertas partes que, en el fondo, son la base de la nada y su creación.
Principio I : Finito e Infinito.
Lo demostrable en este erróneo principio es, asimismo, la longitud.
Todas las cosas, en sí, son infinitas. Una muestra de ello son las pequeñas dimensiones del todo que, cuánto más ínfima, más inapreciable y, por tanto, inexistente se vuelve al ojo humano su longitud en todos sus aspectos.
Sabiendo que algo no ha de salir de la nada, lo único que cabe pensar es en el infinito como tal, pues si no la finidad del objeto habría de ser entera y no con un posible menor tamaño. Ahí también se puede demostrar la erroneidad de la hipótesis (pues ni mínimamente llega a ser teoría) de los números enteros como tales, sin inclusión de decimales.
Principio II : Par e Impar.
Nada que objetar sobre ello, aunque subjetivamente podría considerarse la existencia de puntos intermedios entre las cifras numéricas, está aún demasiado obtuso para afirmarse.
Principio III : Unidad y Pluralidad.
Gracias al primer principio y su base inevitablemente revocable podríamos considerar la existencia de puntos intermedios entre ambos casos; e incluso puntos intermedios entre los intermedios. Sucesivamente sería infinito, ya que algo no puede, en teoría, salir de la nada y, a su vez, sus ''partículas'' cada vez más a-visuales parecen no cobrar importancia al ojo del ser humano debido a su ínfimo volumen.
Partiendo de otro puerto, Unidad y Pluralidad no pueden ser opuestas formas, sino que la Unidad complementa a la Pluralidad. Si no existe una unidad, la contemplación de una expansión o repetición se vería imposibilitada, pues las unidades son números, y sin un principio impulsor, que sería el número 1, dudablemente pudiéramos aceptar la pluralidad.
Principio IV : Derecha e Izquierda.
En el espacio que se observa las direcciones no existen. No se puede contemplar una derecha o izquierda, pues en cualquier momento pueden tornar sus posiciones para hacer una paradoja mentirosa, la cual es extraña y dispersadora de las percepciones para los que las contemplan.
Principio V : Macho y Hembra.
Nada que alegar, con la excepción de seres trastornados congénitamente (a.k.a. ''homosexuales'') y hermafroditas.
Principio VI : Reposo y Movimiento.
En realidad nada permanece en quietud absoluta, y si no es así, es que hay un ínfimo, al menos, movimiento. El sosiego se puede considerar como algo inexistente, pues en el cosmos nada permanece totalmente quieto, ni puede superar los desafíos que suponen los elementos para las formas corpóreas y no corpóreas.
Principio VII : Rectilíneo y Curvo.
Aquí proceden los mismos pasos que según el infinito. La mera insistencia e intención del ser humano por crear algo perfecto (tal es una recta), es, en parte, también imposible en esencia. La imperfección de por sí es la base de la existencia: si 'X' no se hubiese deformado para adoptar las distintas formas, nada habría habido (y esto suponiendo que no somos nada, sino algo: un error por causalidad, pero sin que el producto de ese error sean cosncientes).
Principio VIII : Luz y Tinieblas.
Las tinieblas pueden considerarse como la llama oscura en relativo a la luz: ella nos puede cegar con su brillo, haciéndonos conocer así la oscuridad. En cambio la 'lux' tenebrosa es la que más fuerza puede llegar a tener, no siendo, en este caso, más que una probable metáfora con respecto a la luz con la propiedad objetiva y no-indagada de la fosforescencia. Todo es relativo, y la oscuridad más profunda no puede percibirse de la forma más simple posible, pues la lobreguez puede ser cada vez mayor sin cesar, y sin la necesidad de hacerlo.
Principio IX : Bien y Mal.
He aquí otro caso de propiedades : nada ni nadie puede calificar el bien y el mal, pues se escapa a nuestra propia conciencia. Si bien la moral humana tiene ciertas distinciones, también son equívocas por naturaleza.
Tanto el mal como el bien no tienen definición en la lengua de la filosofía, pues 'Bien' sólo puede existir uno: el 'Bien' bruto, el 'Bien', en sí. En cambio las graduaciones del Mal son más subjetivas que su propia forma por definición. Quiere decir, existen males mayores o menores; cada cual positivo o negativo con respecto a de antecesor o predecesor, pero seguirá siendo un Mal por sus efectos.
Principio X : Cuadrado y Cuadrilátero Irregular.
Siempre va a existir una desviación típica en el lenguaje de las figuras y formas. Nada va a ser perfecto, pues las desviaciones pueden llegar a ser tan mínimas que no podemos apreciar la existencia de las mismas. Por tanto, a pesar de la ''existencia'' (errónea) del uno, no se da el caso de relatividad en ambos factores.