domingo, 19 de junio de 2011

Nerón: síntesis.

Contaba sólo la edad de dieciséis años cuando sucedió a Claudio en el 54 d.C., y los primeros años de su imperio pasaron tranquilos gracias a la supervisión de su madre, Burro (prefecto de los pretorianos y Séneca (su tutor). En el 59, su mandato empieza a degenerar cuando ordena la muerte de su madre y de su mujer para facilitar así su matrimonio con su amante Popea. Séneca fue inducido a retirarse y Burro, muerto en el 62, fue reemplazado por el astuto Tigelino.
  La pasión de Nerón por las carreras de carros, la interpretación y la música, junto con sus apariciones públicas en el escenario debieron escandalizar a la sociedad romana, pero su amor por Grecia fue auténtico. Su viaje por toda la Hélade, así como la exención de impuestos a los antiguos centros de cultura le hicieron famoso en todo Oriente. 
  El incendio (''probablemente accidental'') de una gran parte de Roma en el 64, fue atribuído a los cristianos y provocó la primera persecución. Las disposiciones para la reconstrucción de Roma fueron las acertadas, y en la construcción de su nuevo palacio, la ''Pomus Aurea'', Nerón dio rienda suelta a sus gustos artísticos.
  El descubrimiento de una conspiración hacia sí, propició las muertes de tres grandes personajes de la cultura de su tiempo: Lucano, Petronio y Séneca, pero eso no consiguió hacerle ver el riesgo de sus acciones. La rebelión se propagó hasta Judea y, por último, Vindex (un legado en la Galia) se sublevó, y Galba también lo hizo en Hispania.
El emperador, abandonado por todos, huyó de la ciudad y se suicidó con ayuda de su secretario. Sus últimas palabras fueron: <<Qvalix artifex pereo>>.

sábado, 18 de junio de 2011

Marqués de Sade: Les Instituteurs Immoraux.

A los libertinos:
Voluptuosos de todas las edades y sexos, sólo a vosotros dedico esta obra; nutrios con sus principios, porque favorecen vuestras pasiones, y ellas —de las que os espantan los moralistas fríos y vacíos— no son sino los medios de que se sirve la naturaleza para conducir a los hombres hacia los fines que les ha asignado. Atended esas deliciosas pasiones; sólo ellas pueden conduciros a la felicidad.

Mujeres lúbricas: que la voluptuosa Saint-Ange sea vuestro modelo; despreciad, a su ejemplo, todo lo que contraríe las divinas leyes del placer que la encadenaron.

Jóvenes doncellas, durante tanto tiempo atadas por los lazos absurdos y peligrosos de una virtud imaginaria y de una religión repugnante: imitad a la ardiente Eugenia; destruid, pisotead con su misma ligereza todos los ridículos preceptos inculcados por vuestros imbéciles padres.

Y vosotros, gentiles seductores, vosotros que desde la juventud no tenéis más frenos que el del deseo, ni más leyes que las de vuestros caprichos, que el cínico Dolmancé os sirva de ejemplo; id tan lejos como él, si a su semejanza queréis recorrer los caminos de flores que os prepara la lubricidad; convenceos con su enseñanza, ya que sólo extendiendo las esteras de sus gustos y de sus fantasías, o sea sacrificando todo a la voluptuosidad, el desdichado individuo conocido con el nombre de hombre y arrojado a su pesar sobre este triste universo podrá sembrar algunas rosas sobre las espinas de la vida. [...]

domingo, 29 de mayo de 2011

Platón, La República

X. Y entonces, Trasímaco -que varias veces, mientras nosotros conversábamos, había intentado tomar por su cuenta la discursión y había sido impedido en su propósito por los que estaban a su lado, deseosos de oírla hasta el final -al hacer nosotros la pausa y decir yo aquello, no se contuvo ya, sino que, contrayéndose lo mismo que una fiera, se lanzó sobre nosotros como si fuera a hacernos pedazos. Tanto Polemarco como yo quedamos suspensos de miedo; y él, dando voces en medio de todos, dijo:
- ¿Qué garrulería es esta, oh, Sócrates, que os ha tomado hace rato? ¿A qué éstas bobadas y tanta deferencia del uno hacia el otro? Si quieres saber de cierto lo que es lo justo, no te limites a preguntar y a refutar ufanamente cuando se contesta, bien persuadido de que es más fácil preguntar que contestar; antes bien, contesta tú mismo y di qué es lo que entiendes por lo justo. Y cuidado con que me digas que es lo necesario, o lo provechoso, o lo útil, o lo ventajoso, o lo conveniente, sino que aquello que digas has de decirlo con claridad y precisión, porque yo no he de aceptar que sigas con semejantes vaciedades.
   Estupefacto quedé yo al oírle, y mirándole sentía miedo; y aun me parece que, si no le hubiera mirado antes de que él me mirara a mí, me habría quedado sin habla. Pero ocurrió que, cuando comenzó a encresparse con nuestra discursión, dirigí a él mi mirada el primero, y así me hallé capaz de contestarle y le dije, no sin un ligero temblor:

-Trasímaco, no te enojes con nosotros: si éste y yo nos extraviamos un tanto en el examen del asunto, cree que ha sido contra nuestra voluntad. Porque si estuviéramos buscando oro, bien sabes que no habríamos de condescender por nuestra voluntad el uno con el otro y perder la ocasión del hallazgo; no pienses, pues, que cuando investigamos la justicia, cosa de mayor precio que muchos oros, íbamos a andar neciamente con mutuas concesiones en vez de esforzarnos con todas nuestras fuerzas en que aparezca aquélla. Persuádete, amigo: lo que pienso es que no podemos; así es mucho más razonable que hallemos compasión, y no enojo, por parte de vosotros, los capacitados.
XI. Oyendo él esto, rióse muy sarcásticamente y dijo:
- ¡Oh, Heracles! Aquí está Sócrates con su acostumbrada ironía; ya les había yo dicho a éstos que tú no querrías contestar, sino que fingirías y acudirías a todo antes que responder, si alguno te preguntaba.
- En efecto, Trasímaco -dije yo -tú eres discreto y bien sabes que si preguntaras a uno cuántas son doce y al preguntarle le añadieras: <<Cuidado, amigo, con decirme que doce son dos veces seis, ni tres veces cuatro, ni seis veces dos, ni cuatro veces tres, porque no aceptaré semejante charlatanería>>, te resultaría claro, creo, que nadie iba a contestar al que inquiriese de ese modo. Supón que te preguntara: <<Trasímaco, ¿qué es lo que dices? ¿Que no he de contestar nada de lo que tú has enunciado previamente, ni aun en el caso, oh, varón singular, de que sea en realidad alguna de estas cosas, sino que he de decir algo distinto de la verdad? ¿O cómo se entiende?>>. ¿Qué le responderías a esto?  [...]

viernes, 27 de mayo de 2011

Bohemian Grove


Los griegos Bohemian Grove parece que ya se abren un hueco en la muerta escena del BM. Si Age of Retrogression era un buen trabajo con unas, en mi opinión, inmejorables letras y un anormalmente pesado ritmo, el EP que hace referencia a su nombre es mucho más ligero y agresivo, tal como se puede apreciar en temas como el 'Star Wimpled Dome', 'The Battering Ram of Satan' o 'The Three Ravens', que envuelven tu subconsciente en su podrida y oscura atmósfera.
En resumen, recomendables para los que aprecian el UBM en toda su majestuosidad y esencia.

viernes, 1 de abril de 2011

¿Pitagóricos ingenuos?

Aristóteles en sus tiempos hizo varios ensayos sobre una teoría filosófica apartada del resto por no tener un nombre para designarla: Metafísica.
En ella, se debaten varios temas en cuanto al ser y al ente y, en el Libro I, debate el tema de los diez principios pitagóricos y desmorona parte de ellos mediante el uso de la lógica y la razón, aunque no pareció mostrar interés alguno en dudar sobre ciertas partes que, en el fondo, son la base de la nada y su creación.

Principio I : Finito e Infinito.
 Lo demostrable en este erróneo principio es, asimismo, la longitud.
Todas las cosas, en sí, son infinitas. Una muestra de ello son las pequeñas dimensiones del todo que, cuánto más ínfima, más inapreciable y, por tanto, inexistente se vuelve al ojo humano su longitud en todos sus aspectos.
Sabiendo que algo no ha de salir de la nada, lo único que cabe pensar es en el infinito como tal, pues si no la finidad del objeto habría de ser entera y no con un posible menor tamaño. Ahí también se puede demostrar la erroneidad de la hipótesis (pues ni mínimamente llega a ser teoría) de los números enteros como tales, sin inclusión de decimales.

Principio II : Par e Impar.
 Nada que objetar sobre ello, aunque subjetivamente podría considerarse la existencia de puntos intermedios entre las cifras numéricas, está aún demasiado obtuso para afirmarse.

Principio III : Unidad y Pluralidad.
Gracias al primer principio y su base inevitablemente revocable podríamos considerar la existencia de puntos intermedios entre ambos casos; e incluso puntos intermedios entre los intermedios. Sucesivamente sería infinito, ya que algo no puede, en teoría, salir de la nada y, a su vez, sus ''partículas'' cada vez más a-visuales parecen no cobrar importancia al ojo del ser humano debido a su ínfimo volumen.
Partiendo de otro puerto, Unidad y Pluralidad no pueden ser opuestas formas, sino que la Unidad complementa a la Pluralidad. Si no existe una unidad, la contemplación de una expansión o repetición se vería imposibilitada, pues las unidades son números, y sin un principio impulsor, que sería el número 1, dudablemente pudiéramos aceptar la pluralidad.

Principio IV : Derecha e Izquierda.
En el espacio que se observa las direcciones no existen. No se puede contemplar una derecha o izquierda, pues en cualquier momento pueden tornar sus posiciones para hacer una paradoja mentirosa, la cual es extraña y dispersadora de las percepciones para los que las contemplan.

Principio V : Macho y Hembra.
Nada que alegar, con la excepción de seres trastornados congénitamente (a.k.a. ''homosexuales'') y hermafroditas.


Principio VI : Reposo y Movimiento.
En realidad nada permanece en quietud absoluta, y si no es así, es que hay un ínfimo, al menos, movimiento. El sosiego se puede considerar como algo inexistente, pues en el cosmos nada permanece totalmente quieto, ni puede superar los desafíos que suponen los elementos para las formas corpóreas y no corpóreas.


Principio VII : Rectilíneo y Curvo.
Aquí proceden los mismos pasos que según el infinito. La mera insistencia e intención del ser humano por crear algo perfecto (tal es una recta), es, en parte, también imposible en esencia. La imperfección de por sí es la base de la existencia: si 'X' no se hubiese deformado para adoptar las distintas formas, nada habría habido (y esto suponiendo que no somos nada, sino algo: un error por causalidad, pero sin que el producto de ese error sean cosncientes).

Principio VIII : Luz y Tinieblas.
Las tinieblas pueden considerarse como la llama oscura en relativo a la luz: ella nos puede cegar con su brillo, haciéndonos conocer así la oscuridad. En cambio la 'lux' tenebrosa es la que más fuerza puede llegar a tener, no siendo, en este caso, más que una probable metáfora con respecto a la luz con la propiedad objetiva y no-indagada de la fosforescencia. Todo es relativo, y la oscuridad más profunda no puede percibirse de la forma más simple posible, pues la lobreguez puede ser cada vez mayor sin cesar, y sin la necesidad de hacerlo.

Principio IX : Bien y Mal.
He aquí otro caso de propiedades : nada ni nadie puede calificar el bien y el mal, pues se escapa a nuestra propia conciencia. Si bien la moral humana tiene ciertas distinciones, también son equívocas por naturaleza.
Tanto el mal como el bien no tienen definición en la lengua de la filosofía, pues 'Bien' sólo puede existir uno: el 'Bien' bruto, el 'Bien', en sí. En cambio las graduaciones del Mal son más subjetivas que su propia forma por definición. Quiere decir, existen males mayores o menores; cada cual positivo o negativo con respecto a de antecesor o predecesor, pero seguirá siendo un Mal por sus efectos.

Principio X : Cuadrado y Cuadrilátero Irregular.
Siempre va a existir una desviación típica en el lenguaje de las figuras y formas. Nada va a ser perfecto, pues las desviaciones pueden llegar a ser tan mínimas que no podemos apreciar la existencia de las mismas. Por tanto, a pesar de la ''existencia'' (errónea) del uno, no se da el caso de relatividad en ambos factores.